En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá
2017 se presentará una voluminosa muestra de poesía sueca llamada Los
talladores del viento. La selección y traducción de dicho proyecto lírico está
a mi cargo. El libro aparecerá bajo el sello de la editorial Uniediciones, en
la colección Zenócrate. Dicha publicación cuenta con las caricaturas de los
poetas seleccionados. Las caricaturas han sido creadas por el maestro Jorge
Restrepo, dibujante de la revista Semana y el diario El País de España.
Uno de los poetas participantes es Pär Lagerkvist quien nació
en 1891 en el seno de una familia campesina de la provincia de Småland. Sus
padres eran de educación tradicionalista, con profundas bases religiosas en la
fe cristiana. De 1910 a 1912 estudia arte y literatura en la Universidad de
Upsala. Su interés hacia el arte lo llevan a viajar a París, donde conoce el movimiento cubista y expresionista. Durante la Primera Guerra
Mundial, vivió en Dinamarca; allí escribió su primera obra teatral en 1917,
llamada El último ser humano, así como Angustia, libro de poesía fuertemente
inspirado en la guerra. A su regreso a Suecia, en 1919 se convierte en crítico
de teatro en Estocolmo, donde escribe numerosos ensayos en prensa. Al mismo
tiempo, continúa su obra literaria, que le acarrearía una gran aceptación entre
el público y una no menor influencia en la literatura de su país. En 1940 sería
llamado como miembro de la Academia Sueca. Ese mismo año recibe el título de
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Gotemburgo, y en 1951 gana el Premio
Nobel de Literatura.
Nunca te olvidaré, oh vida
después de la noche en que me agarraste del cuello
Yo era joven,
tenía el cuerpo granulado y crudo.
¡Aprisionaste con rudeza mi cuello!
¡Cuánto no soñé esa noche en el rincón de la cama
sobre una vida en lo profundo de la oquedad!
Lleno de angustia entre la gente iría
siempre con tu mano alrededor del cuello.
Querías ahorcarme.
Solo palabras roncas,
solo palabras roncas saldrían
de mis labios. Con tierra, con tierra
querías espesar mi sangre.
Me vi viendo
torpe y pesadamente
y presintiendo los profundos destinos;
hacia la oscuridad brotó mi sangre prontamente…
Entonces soltaste mi cuello.
Nunca te olvidaré, oh vida
después de la noche en que me agarraste del cuello.
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