Obra de Jorge Restrepo |
Nadie en Barbosa podía explicar el fenómeno del bandolerismo
mejor que el carpintero. Portándose cual vendedor callejero de pomadas les
explicaba a sus clientes que la insurrección armada en Colombia era de lo más
estúpido que se habían podido inventar los politicastros del país.
—Pero más estúpidos —decía crispando una mano y apretando
los dientes— son los campesinos que se dejaron meter los dedos en la boca de
los jefes godos y cachiporros. Para la muestra un botón. Los muy mentados
llaneros liberales con el cuidador de vacas Guadalupe Salcedo a la cabeza. Este
centauro de nacimiento y pendejo de olfato, se dejó calentar el oído de la casa
Lleras, compuesta por bajitos, calvos y colmilludos, que tan pronto vio que no
le servía lo dejó colgado de la soga, para decirlo con palabras de su propio
entorno. Ahí le acaban de torcer el destino al vaquero. En lugar de haber
muerto en su inexpugnable llanura, montado en su caballo bayo, cayó acribillado
por las balas de sus enemigos al pie de un carro de ocho cilindros, lejos muy
lejos de sus mugientes vacas. Otro pendejo que anda de arriba para abajo
quemando ranchos y mochando cabezas es Efraín Gonzáles, sin ninguna duda
azuzado por los godos de cuello blanco. Ya veremos el bello final que le tienen
reservado sus patrocinadores de corbata azul. De igual manera don alias
Sangrenegra, primero liberal y luego rey de desalmados. Por su culpa muchos han
ido a la tumba con la lengua puesta de corbata. El destino que sus mecenas le
tienen preparado no augura nada bueno. Eso para no echar lengua del temido
Capitán Franco a quien lo tienen temblando de frío en las mazmorras de Tunja.
Ya nadie se acuerda de los favores que les hizo a los gamonales antioqueños.
Dicen las malas lenguas que el tristemente famoso chusmero llamado “Tirofjo”,
además de tener siete marranos y cuatro gallinas, tiene las vidas de nueve
gatos. Veremos cómo acabará. Si sigue así va a terminar sirviéndole a los rusos
o muerto en una emboscada preparada por sus antiguos orientadores. Porque para
pendejo él. Otro caído del zarzo es el apodado Chispas, liberal por obligación,
matón porque no le dieron otra alternativa. Anda sembrando la muerte por las
montañas del Tolima. Pese a su poco seso, hace bien en desconfiar de las
treguas y el juego de los políticos de vestido de paño y corbata de dos
colores. Lo único que ha descubierto es que en este país la justicia es solo
para los de alpargata y ruana. Sin embargo su destino no escapa del ajedrez diabólico
de curas y sargentos manipuladores. Si lo llegan a matar en jurisdicción de
Barbosa, no me sorprendería que nuestro cura lameculos lo excomulgue y le
niegue sagrada sepultura. Si lo hizo con su santidad que a nadie ofendió, por
qué no habría de hacerlo con alguien que lleva un costal de muertos al hombro.
Politicastros cachiporros y godos, revuélvanse en la sangre que han derramado
para robar a gusto. Al odio político que azuzaron para usurparles la tierra a
los pobres campesinos, le han puesto nombres extravagantes como si fueran sus
propias conciencias. Creyeron que poniéndole sobrenombres terroríficos a sus
secuaces iban a ganar más fácil. Pero ahí tienen, señores políticos de mierda,
para que repartan los remoquetes con sus madres, si quieren. “Sangrenegra” la
del despiadado Mariano Ospina Pérez, “Pájaro Azul” igual que el monstruo
Laureano Gómez, “Tarzán” como el falso cristiano Crisanto Duque, “Chispas” las
que echaron por el culo todos los Lleras, “Capitán Veneno” para el cura de
Barbosa, “Alma Negra” la de Guillermo León Valencia y su quijada de burro,
“Zarpazo” la mano de todos los potentados, “Charro Negro” el hueco por donde
nació el putrefacto Rojas Pinilla y sus militares, “Mariachi” el que le daba
serenata a la madre del alcalde, “Peligro” por donde nacieron los que callaron,
“General Vencedor” la abuela de los asesinos que creyeron en los cortes
franela. Que la madre de todos los que siembran el campo de cruces y lágrimas
que se metan por el trasero a “Tijeras”, “Pájaro Verde” “Siete Colores” y
“Revolución”. Lo más triste de toda esa inmundicia que tiene al país sumido en
el cataclismo, es que de ahí nacerán los buitres carroñeros del futuro. Este
país, mis amigos, está hecho de robos y éxodos. Acuérdense que no hace mucho
destruyeron en nuestras propias narices el barrio de invasión. Así han querido,
y las ganas no las pierden, de dejar el país a ras de tierra como dejaron las
casas de cartón de los desplazados.
La irreverente perorata que el carpintero solía recitar a
sus clientes no surtía efecto alguno en ellos. Hubo comentarios a media voz de
algunos que consideraron que el hábil tablajero tenía cepillada la cabeza por
su propia garlopa. Eso de tener tanta mujer que cuidar por ahí, hace que se
pierda el seso, murmuraba la mayor parte del vecindario.
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