sábado, 18 de marzo de 2017

Katarina Frostenson



En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2017 se presentará una voluminosa muestra de poesía sueca llamada Los talladores del viento. La selección y traducción de dicho proyecto lírico está a mi cargo. El libro aparecerá bajo el sello de la editorial Uniediciones, en la colección Zenócrate. Dicha publicación cuenta con las caricaturas de los poetas seleccionados. Dichas caricaturas han sido creadas por el maestro Jorge Restrepo, dibujante de la revista Semana y el diario El País de España.
Una de las poetas participantes es Katarina Frostenson quien nació en la ciudad de Estocolmo. Debutó en 1980, a la edad de 27 años, con el poemario País puro y después de esto ha entregado a sus lectores una veintena de obras más. Es una destacada traductora de autores como Henri Michaux, Margarite Duras y M. Maeterlink. En 1992 fue elegida miembra de la Academia Sueca.


EL SUBURBIO ES LARGO


Los plátanos despellejan, brillo
de manchas áridas – un rayo de luz fuerte topa el torno desnudo del árbol
pasa sobre los rastros de la calle, relampaguea – oh

qué largo es el suburbio. Vamos a lo largo del bulevar
camino a un teatro. Gorjeos “¿Son helechos?
“Son pájaros carboneros." “Rubor. Qué más da

las palabras son sombrías en el lenguaje en que uno no tiene sus
recuerdos, el profundo susurro allí abajo, red de vénulas,
la marca de dos labios, el calor

de la huella de una mano – hablamos mi idioma y tú dices mal. Pronto
eso me pasará a mí, pronto cuando sea la vuelta. ¡Nos pasará a todos!
día de juicio final. Que la palabra es una grava en boca que la quijada

por encima de todo quiere triturar, pulverizar, mezclar con
la saliva, escupirla en algún lugar de la calle y verla fermentar,
hacerse una montaña - Mira

aquel hombre camina solo y habla, agita
maniático el brazo y dice: “Ven, ven tanza
mit mir, mit moi, ischt god, ist god, ischt” -

sobre la calle... allí... ahora oiremos a Leonce
ustedes saben: el del ancho cráneo, él
que hizo eco a las lenguas de Europa pronto hará doscientos años

ustedes saben: Leonce que bailaba
en anchos salones, valsaba con la cabeza en la mano, escuchaba
todo el mar interior de su cabeza- el murmullo gélido-

le hablaba al eco de sí mismo, al
fantasma de su voz diurna,
la sombra allí
hola, Leonce

cómo se llama este claroscuro lugar,
se llama terreno suburbio- cómo se llama aquí-
de respiro está lleno el aire

de la sombra y el grito que nadie descifra aún
el gran mar que susurra, va
de treinta y siete idiomas este lugar-

hablamos de la sencillez, del idioma
que se siente el mejor; que las palabras vendrán a nosotros
de afuera, formadas en un discurso

que se llama Nuevo. No algo lírico
nada propio, singular. Pero público, como una lluvia
la lluvia que fue, que sonó y fue

suave, fuerte, neutral cayó sobre los objetos... Entonces
brillante, de la calle, con rapidez, como un alboroto-
un reflejo, un niño con rizos negros

arroja agua de un vaso desde la alta ventana
al cuartel gris del vecindario- qué cortas son las sombras acá, sesgados

rayos de sol         son fibras nerviosas

No hay comentarios:

Publicar un comentario