martes, 21 de marzo de 2017

Lasse Söderberg


En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2017 se presentará una voluminosa muestra de poesía sueca llamada Los talladores del viento. La selección y traducción de dicho proyecto lírico está a mi cargo. El libro aparecerá bajo el sello de la editorial Uniediciones, en la colección Zenócrate. Dicha publicación cuenta con las caricaturas de los poetas seleccionados. Dichas caricaturas han sido creadas por el maestro Jorge Restrepo, dibujante de la revista Semana y el diario El País de España.
Uno de los poetas participantes es Lasse Söderberg quien está acreditado como representante plenipotenciario de Suecia en el reino de la escuela surrealista. Nació en Estocolmo en 1931. Además de escritor y poeta ejerce el oficio de traductor. Es uno de los fundadores de Aura Latina, la editorial encargada de promover autores que escriben en lenguas romances. Viajero incansable y políglota. Fundador y director durante más de 20 años de Los días internacionales de poesía en Malmö, uno de los eventos literarios más importantes de los países nórdicos. Entre los muchos autores latinoamericanos que ha traducido al sueco, se pueden mencionar Pablo Neruda, Octavio Paz y Jorge Luis Borges.


Hambre

J´allais sous le ciel, Muse! et j´étaus ton féal


¿Sentí hambre alguna vez? Vagando por Europa, sí, alguna vez
sentí hambre. Europa estaba llena de hambre.

No quiero decir el hambre que recorría el mundo igual que un
esqueleto con cubierto de lata.

No quiero decir hambre en pos del amor. Remolino que se llena
a sí mismo.

O siquiera hambre en pos de palabra, el milagro que me
alimenta.

Quiero decir el hambre ajena, esa que no estropea ni en los
intestinos, ni en el corazón, ni en el alma,

el hambre en pos de piedras y olvido:

las piedras que están quietas en un mismo lugar y callan y por
eso se encuentran por fuera del tiempo,

las piedras, dispersas, inconscientes de ellas mismas, que a pesar
de todo llevan a cabo la misión que una vez tuvieron

y el olvido, lo único que se ofrece a quien sabe que ninguna
princesa cretense espera,

el olvido, como el estado natural, cenizas para ser leídas, polvo
enamorado, esqueleto de ave.

Era como querer meterse a monje, pero a un convento sin Dios,
un convento blanco como una hoja sin escribir,

por fuera y así misma llena de silencio. Allí bebería yo de la luz
y comería de la sombra.

Esa hambre en verdad nunca me ha abandonado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario